Dedicándonos
desde hace más de 50 años a la reparación
de relojes en Madrid centro, hemos tenido tiempo para aprender y conocer
muchas cosas acerca del tiempo y de las formas diferentes en las que los seres
humanos lo hemos ido midiendo.
Los primeros relojes, procedentes del antiguo Egipto fueron relojes de sol: la
sombra de un pivote más o menos alto iba marcando el paso del tiempo pero,
claro está, de nada valían una vez que el sol se ocultaba. Alguien ideo
entonces la clepsidra, una vasija con un pequeño orificio en la parte inferior
que se llenaba de agua y, al irse vaciando iba reduciendo el nivel del líquido.
Una serie de marcas en el interior de la vasija indicaban el periodo de tiempo
transcurrido.
El uso conjunto de relojes de sol y de agua permaneció vigente hasta que, entre
los siglos X y XII comienzan a aparecer
complicados mecanismos de engranajes y pesas que señalan el paso de las horas.
Así, en diferentes torres y campanarios de Europa se instalan los primeros
relojes que avisarán a los monjes de las horas para la oración.
Es mediado el siglo XVII cuando se incorpora a los relojes el péndulo, un
sistema mucho más exacto que las pesas, y los relojes comienzan a llenar los
salones de la nobleza. También por estas mismas fechas, un astrónomo holandés
aplicó un muelle en espiral en el interior del mecanismo dando lugar a la aparición
de los primeros relojes de bolsillo.
De entonces, los relojes nos han acompañado formando parte, cada vez más de
nuestra vida. Controlando nuestros actos, nuestras vidas… Y causándonos ciertas
complicaciones cuando se estropean. Menos mal que, desde hace ya más de medio
siglo existe la Relojería Chile 23,
un establecimiento artesano para la reparación
de relojes en Madrid centro.
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